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La ciencia nos impulsa hacia viajes lejanos. ¡Qué expectativa suscita! ¡Cuántos desafíos! ¡Cuántas maravillas por descubrir! ¿Cómo no buscar?
Muchos dudarán de los planteamientos, incluso de los resultados, para eso está el diálogo que construye y disipa dudas, no la confrontación. No sería nada aconsejable aislarse en la sinrazón, persistiendo en el error. Todos los humanos tenemos tanto que aprender y descubrir. El diálogo abierto, sincero, inteligente, convierte la comunicación en lírica inteligente ¿por qué negarnos a él? Ya hay muchas luchas en el mundo, no impongamos otra más.
La razón resplandece como admirable signo de la capacidad inteligente del hombre. ¡Cuántos logros se han alcanzado gracias a este recurso! Dominio sobre la tierra, conquista del espacio, superación de enfermedades y mucho más. Tantos beneficios provenientes del buen uso de la razón. Pero también en algunos momentos, esta razón ha perdido su brillo cuando ha sido orientada a construir artefactos de destrucción masiva, o ha sido aprovechada de mala manera por gobiernos totalitarios que han sumido a millones de hombres en la indignidad y el sufrimiento a lo largo de la historia. A pesar de tantos siglos de progreso inteligente, parece que el hombre, en su razón, todavía no ha descubierto con suficiencia el significado del amor solidario, de la empatía, de la compasión, pues, si fuera así, no tendríamos tantas guerras, ni seguirían abiertas las heridas en el corazón de los pobres que claman justicia y ven que sus sueños de progreso se ven más bien coartados precisamente por aquellos que tienen mayores condiciones para ayudarlos.
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